¿Piensas que lo sabes todo sobre las pesadillas? Por favor, no me hagas reír.
Este mundo es más grande de lo que crees, es inmenso, es terrorífico. Intenta entenderlo, y quizás caigas en malas manos. Intenta poseerlo, y acabarás en un infierno.
Lo que no quieras saber, intenta mejor ignorarlo, posiblemente te coma por dentro. Seguramente, acabarás con el alma congelada, tendrás un corazón destrozado.
Tendrás una vida de pesadillas.
Desde un recóndito país, viene la princesa que descendió de la Luna, la cual posee el poder de las pesadillas, el poder con el cual domina a cualquier súbdito con dolor o a amenazas. Desde siempre ha tenido un equipo llevado por siervos semi-muertos. Sus sueños habían sido completamente destrozados y no pudieron nunca llevar acabo ninguna acción si no era por obra de la princesa. Siempre sucumbían a sus deseos, a lo que ella imperaba sobre sus pobres almas. Pero claro, ¿quién sería capaz en ese entonces de poder negarle algo? Nunca sucedió, y posiblemente nunca sucedería.
Apareció dentro de una las puertas del instituto, hoy tenían una fiesta totalmente normal, por el año celebrado dentro de la paz mundial. Era algo que a ella no le gustaba para nada, pero no tenía más que comerse el día entero sentada y mirar la cara de felicidad que tienen las personas dibujadas en su cara. Pero, ¿tantos sueños bonitos esperaban tener en su futuro? Quizás eso no duraría mucho.
Una gran nube negra asechaba desde el inicio del instituto, pues amenazaba con tormenta ese día. Fue entonces cuando el primer trueno calló fuertemente en medio del edificio. Tembló el suelo, y ella dibujó en su rostro una sonrisa.
De pronto las luces se fueron, tuve la oportunidad de salir a la luz, y la niebla coló por completo el corredor. Estaba en mi escenario, y ellos eran mis marionetas. Todos acabarían por ver, esa noche, cómo iban sus sueños a desaparecer. Y claro, yo iba a ser la persona que acabaría con ellos. Esas putas no sabrían qué hacer cuando las bragas las mojarían por mí, y esos imbécil varones no sabrían a qué mujer venerar que no fuese yo misma. Cualquier emoción estaría bajo mi control, cualquier cosa que quisieran hacer estaría bajo mi aprobación. Si no, no podrían llevarlo acabo. ¿En serio? ¿Querían felicidad próspera y acabar con los problemas que existen dentro de este mundo? Claro que sí, pequeños animalillos.
Cuando pude levantarme, me coloqué encima del escenario y me dediqué a ver al público. Este miraba hacia cada lado, intentaba ver si podían buscar una solución a su alrededor. Pero, ¿qué iban a encontrar en una oscuridad total? Solo yo era capaz de ver cómo corrían de un lado a otro. En ese entonces yo podía saborear el miedo que sentían en cada una de sus extremidades.
Lancé aquel hechizo que había podido aprender desde mi nacimiento, con el que pude dominar la mente de aquellos pequeños animales que aún intentaban correr hasta la salida, o el panel para las luces. Ninguno llegó a tiempo para poder detener lo que aquella noche iba a llevarse acabo. Mis pies estaban firmes en el escenario, y la niebla era mi acompañante para el baile de media noche solar. Mis seducciones hicieron que cada hombre acabase frente al escenario, y que cada mujer estuviera mirando hacia mi lado sin siquiera ponerse en pie. Cada uno estaba sucumbiendo en mis deseos. En donde yo estaba dominando ahora mismo sus grandes deseos. Yo era la que estaba en el centro de sus sueños. Así debía ser, por el momento.
A lo que me dio tiempo fue a torturarlos un rato, me dediqué a ponerlos uno a uno, en fila, y llevé acabo aquello por lo que empezó esta noche eterna. Poco a poco, fui desmembrando sus partes, una a una, empezando desde sus piernas, sus brazos, sus piernas, su cabeza, y luego su cuerpo acabó por caer en trozos. Sus intestinos, rojos por la sangre, casi brillantes por su vena arterial, acabaron por decorar cada una de las baldosas que estaban en ese pequeño patio. Cada persona que pasaba frente a mí acababa siendo descuatizada, cada cual en un orden distinto, con el fin de poder apreciar cómo sus restos caían de una manera diferente. Era un acto totalmente sangriento, y más bien, cálido. La sangre a borbotones era una especie de orgía ardiente. Se podía sentir el hedor de metálico de la sangre correr desde el suelo hasta mi posición. Era muy excitante para mi persona, pero tenía que acabar esto rápido.
Mis zapatillas se dirigieron hasta la escalera para abandonar el escenario, y cuando estuve en el nivel del suelo adecuado, tuve a mis pies todos y cada uno de los trozos de aquellas personas que hacía un par de minutos estaban sonriendo felizmente.
No entiendo por qué la gente sigue pensando en sus sueños, sabiendo que hay muchos depredadores sueltos.